«A nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante». Buenaventura Durruti, julio 1936.

Muchas veces la historia nos proporciona anécdotas curiosas con las que se puede explicar y entender un proceso complejo. Este es el caso del presente artículo, en el que hablaremos de un leonés ilustre como Buenaventura Durruti y la fábrica de cervezas Damm, ahora llamada Estrella Damm. A priori suena extraño pero los caminos de la lucha política hacen posible lo imposible.

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Inicios

En estos últimos tiempos Durruti ha estado muy en boga, tanto para venerarlo como detestarlo, pero de lo que no hay ninguna duda es del enorme legado de su figura y de su lucha y entrega hacia los demás. Buenaventura Durruti nació en León en 1896 en el conocido barrio de Santa Ana, emigró pronto de su ciudad natal aunque atesorando ya un importante compromiso político hacia la clase obrera. A comienzos de la década de 1930 se instaló en Barcelona, allí empezó a militar en la CNT y pronto adquirió una gran importancia dentro del movimiento anarcosindicalista español. Compaginando a la vez su militancia sindical y un oficio que le diera un sustento económico, se convirtió en un compañero admirado tanto por su inteligencia política como por su compromiso ético.

La otra pata de esta historia es la actual empresa cervecera Estrella Damm, que por aquellos años ya era una importante referencia dentro de la ciudad condal. La Damm desde sus inicios fue una de las compañías estandartes de la clase alta barcelonesa cuando August Damm y Joseph Damm la fundaron en 1876. En sus inicios la cerveza era una bebida exótica a la que sólo un pequeño grupo selecto tenía acceso. A mediados del año 1934 los caminos de Durruti y la Damm se unirán, aunque su relación no durará mucho tiempo.

Durruti dobla la mano a la Damm

Mayo de 1934 comienza la temporada de verano y con ella las fábricas de cervecería empezaron a marchar a toda máquina. Por ello se establecieron jornadas más amplias, para lo cual fue necesario un personal suplementario, llamados «temporeros». El Sindicato de Alimentación era el que seleccionaba a los trabajadores y a él se inscribió Buenaventura Durruti a su llegada a Barcelona. Durruti fue incluido en una primera lista de personal destinado a la fábrica Damm, aunque la empresa aceptó a todos los temporeros menos a Buenaventura, según dicen debido al carácter conflictivo del leonés. Ante esta situación, nuestro protagonista encabezó a un grupo nutrido de obreros para hacer boicot al producto Damm. Se buscó un método de presión en el que su fin era que los trabajadores continuaran produciendo, pero la empresa se encontrara ante la imposibilidad de colocar su producción. El boicot a Damm se hizo muy popular, llegando incluso a que los trabajadores del puerto se negaron a cargarlo en los barcos y los transportistas a trasladarlo a otros puntos de España. Esta lucha consiguió hacer claudicar a la empresa que hubo de abonar los jornales de los obreros seleccionados, más los gastos de propaganda sindical, así como los honorarios de los abogados. El triunfo sobre la Damm ayudó a que los trabajadores de la Moritz (otra empresa cervecera) tomaran ejemplo y aprovecharan para presentar reivindicaciones salariales y mejores condiciones de trabajo, demandas otorgadas por la dirección de la empresa.

Para terminar y como curiosidad, en la década de 1960 la Damm fue comprada por Demetrio Carceller Segura, un alto cargo del franquismo que incluso llegó a acompañar al ministro de asuntos exteriores Serano Súñer, en su viaje oficial a Berlín para entrevistarse con altos jerarcas nazis. Los «nadie» por una vez, consiguieron doblar la mano a los señoritos.

Conclusiones

La historia nos enseña que la lucha y la huelga son los métodos más eficaces que tiene la clase trabajadora para conseguir que sus condiciones materiales de vida cambien a mejor. Como diría Marcelino Camacho «El derecho de huelga se consigue haciendo huelgas», años antes de que él pronunciara estas frases Durruti y sus compañeros lucharon para conseguir una vida más digna, siendo ejemplo para muchos más que vinieron tras ellos. Más allá de las opiniones que cada cual tenga sobre Buenaventura Durruti lo innegable es que ayudó a que la clase trabajadora tuviera unas mejores condiciones de vida y a que algunos de ellos se dieran cuenta de la potencia transformadora que tiene el común de la población cuando lucha por un mismo ideal.

PD: Ya sabéis, cuando bebáis una rica caña de Estrella Damm acordaros con regocijo de que un vecino del barrio de Santa Ana consiguió que los trabajadores ganasen a los patrones.

La historia que aquí se encuentra está extraída del libro titulado «Durruti en la Revolución Española», escrito por Abel Paz en su página 397.

Escrito por:javivoces

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