Veo noticias de pueblos deshabitados. Veo noticias de gente desahuciada. Veo que España
tiene casas sin habitantes y habitantes sin casa, comunidades pobladas y otras vacías.
La gente abandona lo rural, aunque puede que primero lo olvide el estado. Y Madrid está
lleno mientras Castilla se vacía. Tierras sin una vista a su hermoso paisaje y a su vez, ojos
entre la contaminación.
Veo pueblos desconocidos -normalmente desconectados- que solo aparecen en verano. Y
mientras estudio Historia, leo como en el pasado -uno no tan lejano- España era más rural
que urbana, mientras que ahora las ciudades grandes se llenan y las pequeñas se vacían.
No soy de pueblo, soy de ciudad pequeña, y veo como se cierran tiendas por culpa del
centro comercial. Negocios que no pueden competir y desisten, y una zona central recién
peatonalizada, reduciendo un movimiento amplio motorizado y aumentando otro reducido
peatonal.
He visitado esa contaminación donde juegan los políticos más importantes, la capital
española. No solo eso, también entré en sus sillas senatoriales en la visita. Aunque no vi
leones, si me contaron cómo funciona -aunque ya no lo recuerdo- esa segunda cámara que
gasta sin servir a la comunidad.
Entre tanto CO2 hay una gran nube de pulmones muriendo lentamente, tal como Dámaso
decía al comenzar su Insomnio ”Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas)».
Tal vez las calles de esas ciudades estarían mejor con sus huéspedes ocupando esas
hermosas zonas que por desgracia a menudo no están conectadas. Tal vez si les hicieran
caso esos señores…
Y sigo viendo una pequeña España llena de gente sin hogar y una gran España vacía con
hogares sin gente.
EL FILANDÓN BERCIANO 