Aún quedan pendientes muchas enseñanzas del país pero que prestoso es ir haciendo justicia con la lista e ir tachando propósitos que se tienen adquiridos como compromisos desde que echó a andar sobre el terreno este proyecto.
Visitar Burbia se está convirtiendo en una norma no escrita para nosotros y nosotras. La verdad que a estas costumbres, como a todas las mejores, se acostumbra uno rápidamente. Este fin de semana asistimos a otra de las tradiciones más características de la zona: os maranfallos.
Si uno no es burbiano, es difícil definir esta manifestación, pero puedes meterte en ambiente solo con correr delante de un maranfallín y sentir la cinza pegándote en la espalda. Es difícil aprender más cosas en menos tiempo, pero más sinuoso se nos hace a nosotros explicarlo aquí.
Burbia siempre fue Burbia y será Burbia siempre que quiera serlo por que lleva mucho tiempo cuidando cada elemento de su paisaje y paisanaje. Quizás por eso siempre, y aunque la travesía sea larga y tediosa, tengamos la obligación de volver. Quizás todos sus emigrados e
hijos de emigrados tengan que recorrerse media península para estar un fin de semana. Quizás esa sea la primera de las lecciones que nos dan.
Para cualquiera que vaya a sus maranfallos no le será fácil la comprensión del evento si no es esta una persona concienciada con la cultura popular del país y sus diferentes manifestaciones.
Básicamente, si no estas vestido de maranfallo con tu rostro oculto completamente, tienes que correr en un pueblo en estado de sitio.



Y lo más importante, si eres uno de los perseguidores es fundamental intentar parecerte lo menos posible a ti que nunca.
Hoy que aprendemos geografía por una guerra, sienta mejor recorrer valles por carreteras que
necesitan inversiones de verdad para darte cuenta que es mejor conocerte la carretera de Penoselo que las provincias ucranianas. Y también te das cuenta de otra cosa: sentaría mejor gastar el dinero en dignificar este paso que en 4 o 5 cargamentos de munición balística. Las consecuencias serían más sanas y agradables, a la vista está.
Por último lugar, podremos destinar dinero y recursos sistemáticamente y de manera infinita a
desarrollar un buen sector turístico, a promocionar todos y cada uno de los rincones del Bierzo, A señalizar hasta el paso de los jabalíes por los montes, podremos preparar carriles bici incluso hasta el morredero, o más aún, hasta Ferradillo podríamos asfaltar. Podríamos también construir barcas y transitar el Sil desde su nacimiento. Podríamos, institucionalmente, bajar la luna al Bierzo o subir el Bierzo al cielo pero todo esto no tendría ni el más remoto de los sentidos si no hubiera gentes como las burbianas, que siempre estarán por encima de sus gobernantes conservando aquello que el resto quiso olvidar, y esa es la mayor garantía de progreso jamás vista para tierras como la nuestra.








Fotografías realizadas por Raúl Ochoa