A modo de explicación diré que en este espacio se trata de divulgar la historia de un modo en el que su acceso y comprensión sea asequible para el público en general y  que así se pueda acercar a leer los diferentes artículos de este blog. Todas las publicaciones siempre tienen como protagonistas a personas vinculadas con la comarca de El Bierzo. Este es el caso de esta nueva publicación en la que nos acercamos al fenómeno de la División Azul a través de dos personas que tuvieron una importante conexión con nuestra región. En este caso cualquier demócrata entenderá que la génesis de la División Azul y sus compañeros de viaje en el contexto internacional hacen que  su vinculación con el nazismo sea total y con ello de la ideología más perversa de la historia reciente del continente europeo. Este autor siempre se identificará con aquellas personas que defendieron la democracia y no con aquellas que la destruyeron, aún así creo que es de importancia científica conocer lo que motivó a mucha gente a prestar apoyo a personas e ideologías que causaron tanto dolor a la humanidad.

Una pequeña definición de la División Azul nos lleva a señalar que fue un cuerpo expedicionario con carácter voluntario, reclutado en el verano de 1941 para combatir en el Frente del Este dentro de las tropas nacionalsocialistas. Fue retirado en junio de 1943 pero la siguió otro cuerpo de voluntarios llamado Legión Azul hasta 1944.  Algunos de sus componentes se incorporaron a unidades de la Wehrmacht y las Waffen-SS para continuar su lucha hasta el hundimiento del III Reich. Había más legiones extranjeras dentro de las SS destacando las holandesas, flamencas, noruegas, danesas, finlandesas, suecas, suizas y lichtensteinianas.

El general africanista Agustín Muñoz Grandes, fue designado para comandar a este grupo de soldados que combatieron del lado de Hitler en la II Guerra Mundial. Fueron alrededor de 47.000 hombres, unos 42.000 retornaron, algo menos de 5.000 murieron en combate. Dentro de estos había muchos diferentes motivos por el cual se inscribían, había voluntarios falangistas sumidos por un anticomunismo primario, por sed de aventuras bélicas ,voluntarios civiles que buscaban una paga extra y estudiantes que buscaban dar sentido a su vida. La llegada hasta el frente oriental de las tropas se hizo en tren y a pie, en este trayecto se produjo una anécdota curiosa que quiero resaltar. En la ciudad francesa de Estrasburgo, la banda militar recibió a los expedicionarios con la sintonía del Himno de Riego, símbolo oficial de la II República española. Cosas del destino, quizá algún miembro de la banda de música no era muy partidario del régimen franquista.

El voluntario villafranquino Joaquín Montaña señalaría los motivos que le llevaron a alistarse a la División Azul, en los que destacaba un anticomunismo primario, una idealización de la vida militar, la buena paga y la adquisición de prestigio social en su ámbito de referencia local. Así se expresaba: «Habíamos ido a León y no queríamos que supieran nada en casa. Guardamos el secreto hasta que fuimos a tomar el tren. Además había otros jóvenes en el pueblo que hablaban de alistarse» Seguía explicando los beneficios que esto le traería «¡Más de siete pesetas diarias! Con ese dinero se comía en el hotel y sobraba». Razones personales también sobresalían «Podías salir en el NO-DO y todas las chicas te veían. Seguro que cuando volviera con galones nadie me llamaría Clavelito». Reconocía su desconocimiento acerca de la ideología que le movía a presentarse como voluntario para ir a la URSS. «Yo no sabía muy bien lo que era la Falange, ni el comunismo, pero era algo así como el fútbol, o eres del Atlétic de Bilbao o del Atlético Aviación». Acaba su explicación señalando que «soñábamos con el uniforme, pantalón caqui de la Legión, camisa azul de la Falange y gorra roja de los carlistas, y ya nos veíamos como los galanes de cine. Un día a nuestro regreso, seríamos aclamados como héroes». Partió en tren desde San Sebastián para recorrer a pie casi mil kilómetros entre Suwalki (Polonia) y Smolensk (URSS). Quedó encuadrado en Infantería, participando en la Batalla de Krasny Bor. Fue prisionero de guerra por combatir al lado de las potencias fascistas en campos de concentración en la URSS durante 11 años. Volvió a España en 1954 y falleció a finales de 2017 en Villafranca del Bierzo.

Otro ámbito de importancia  a destacar relativo a la División Azul es la importancia que este cuerpo quería tener dentro del régimen, nutriendo a la administración pública de ex-divisionarios comprometidos con los cuadros más ideologizados del franquismo. Este es el siguiente caso que mencionaré.

La posterior colocación de ex-divisionarios en puestos de representación institucional fue común en varios casos  como con Carlos Belmonte, alcalde de Albacete y Miguel Javier Urmeneta de Pamplona. Algo similar sucedió en Ponferrada con Luis Nieto García alcalde de Ponferrada entre 1957 y 1967. Nieto contaba con un currículum de adhesión desde el inicio al régimen franquista. Prueba de ello es su incorporación a la División Azul  el 1 de julio de 1941, sirviendo en la 3º compañía, I batallón del Regimiento de Infantería 269. Por sus «méritos de guerra» se le concedió la Cruz de Hierro de 2º clase, símbolo nacionalsocialista por excelencia que portaban aquellos que habían desempeñado una gran labor a la consolidación y ampliación del régimen nazi. Ejerció como sargento del regimiento de Infantería 269 en el Sector Norte. Durante su mandato se inauguró el Pantano de Bárcena que contó con la presencia del dictador Franco en 1959. En la transición militó en Falange española de las JONS y falleció en Madrid en 1998.

Los voluntarios alistados en 1941 como Nieto García eran en su mayoría falangistas y partidarios del régimen, que veían en Rusia una continuación a la Guerra Civil. En los reemplazos posteriores podemos comprobar la existencia de otro tipo de voluntarios en los que había personas de pasado republicano y de izquierdas interesados en limpiar su historial. También existían ejemplos de campesinos y obreros atraídos por el doble salario, tanto del ejército alemán como el español.

Este artículo hubiera sido imposible sin el ingente trabajo de Xose Manoel Núñez Seixas que dio lugar a su libro «Camarada Invierno: Experiencia y memoria de la División Azul (1941-1945)» editado por Crítica en el año 2016.   

Escrito por:javivoces

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