na lingua (gal) da Pena, Cadafresnas, fai click
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Entre las montañas que podemos apreciar desde pueblos como Cadafresnas u Oencia,
sobresale una, tanto por su tamaño como por su carácter rocoso. Se trata de la Peña del Seo que alcanza los 1550 metros y que a mediados del siglo pasado sirvió para la extracción de wólfram. Su productividad hizo que a los pies de la Peña se construyese un poblado para todos los que allí trabajaban.
La Piela, que así es como se llama el poblado, ha sido recientemente incluida en la lista roja de la asociación Hispania Nostra. El objetivo de esta lista es la conservación del patrimonio que se encuentra en riesgo de desaparecer. Aunque siempre se ha considerado al carbón como el oro negro de nuestra comarca, podríamos referirnos al wólfram de la misma manera. También conocido como wolframio o tungsteno destaca por ser tremendamente denso y duro, siendo su punto de fusión el más alto de todos los elementos químicos. Las aleaciones entre acero y wólfram son las más resistentes,
y por ello el mineral cobró una grandísima importancia en la Europa del s.XX.
La guerra civil española había dejado una clara situación de pobreza, en especial en zonas rurales, como es El Bierzo. A parte de esto, España tenía una deuda de guerra con Alemania por la ayuda prestada al bando nacionalista, a la que tuvo que hacer frente en la II GuerraMundial.
En un primer momento el principal productor de wólfram habría sido China, sin embargo, tras el ataque alemán sobre La URSS en el verano del 41 (Operación Barbarroja) quedaba cerrada la principal ruta comercial que unía Asia y Europa. De esta manera la fachada atlántica peninsular se convertía en el punto de mira de las potencias del Eje. En el caso de El Bierzo la mina más explotada fue La Peña del Seo y su operativa comenzó en el 41 prolongándose hasta el 58 al ser la Guerra de Corea, cuyas armas también contaron con wólfram berciano. Así que por fin, en el 41 en El Bierzo se vivía una fiebre del wólfram. La mala situación de la población y el descubrimiento de un material altamente cotizado llevaron a aquellos que vivían en los pueblos cercanos a La Peña, a armarse de pico e ir en busca del material.
Hasta los años 50 la explotación de la mina se hizo de manera ilegal, es decir, mediante
estraperlo. Bajaban a Villafranca de noche (las posibilidades de ser asaltado se reducían), una vez allí fácilmente vendían el mineral, o en otras ocasiones los compradores iban directamente a Cadafresnas lo que reducía el precio de venta. Pero el hecho de que un recurso se encuentre al alcance de todos y tenga una gran demanda hizo que durante esos 9 años se viviese una auténtica batalla y que aquellos que iban en busca de wólfram se enfrentasen entre ellos. Llegó incluso a existir un grupo de Oencia, La Partida del Gas, que a punta de pistola robaban el wólfram a aquellos que ya lo habían sacado. Todo esto llevó a que la Guardia Civil también visitase la Peña con el fin de requisar el material y posteriormente venderlo. El mineral podía pagarse con dinero o con dinamita y llegó a alcanzar las 100 pesetas por kilo, lo cual es una barbaridad en comparación con los sueldos de la época, que aproximadamente serían la mitad. Todavía hoy podemos encontrarnos con algunos de los hombres y mujeres que vivieron esta época y aunque algunos eviten recordar y contar sus vivencias otros lo harán encantados, mientras recuerdan como creyeron que ese negocio duraría indefinidamente, pero la suerte, como la historia es cíclica.
El final de la II Guerra Mundial supuso un parón al reducirse la demanda, sin embargo, en el año 50 el estallido de la Guerra de Corea y de nuevo la demanda de wólfram llevaron a la Compañía Minera Montañas del Sur a la apertura de la mina de forma legal.
El poblado comenzó a construirse en el 52 y fue habitable en el 53, albergó a aquellos
trabajadores de pueblos más lejanos, mientras que los de Cadafresnas o Sobrado subían todos los días andando. Había casas familiares y otras para solteros, las condiciones del poblado superaban a las del resto de pueblos. Contaban con luz eléctrica, además había un ambulatorio, un maestro…
Dentro de la mina hubo varios trabajos, como barrenero, vagonero, peón…. Y las mujeres fueron quienes trabajaron en los lavaderos del mineral, separando el cuarzo del wólfram, que siempre aparecen unidos. Se podía trabajar desde los 13 años y algunas jornadas alcanzaban las 12 horas. Las condiciones de trabajo fueron pésimas, contaban únicamente con esponjas para proteger nariz y boca, pero como cuentan los que allí trabajaron eran pocos los que las usaban. Esto provocó que muchos de los trabajadores sufriesen en un futuro silicosis, la sílice es común en los suelos rocosos y respirar su polvo causa problemas respiratorios, la gran mayoría de los trabajadores la padecieron.
La demanda de mineral comenzó a decaer, cerrando sus puertas en el 58, sin embargo, su vigilante, Jovino García Caurel y su mujer Milagros vivieron allí hasta el 74. Hoy en día se puede acceder al interior de la mina a través de alguna de sus bocas, donde se pueden ver cartuchos de dinamita, escaleras… en cuanto al poblado, solo conserva las estructuras de las casas, ya que ha sufrido del vandalismo pero también de los aspectos naturales.
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