Todas sabemos que la historia siempre nos ha metido en una pequeña caja, con voz, pero sin poder gritar. A nadie de estos lares le sorprende que se diga que las mujeres hemos tenido que luchar por todo lo que hoy en día son derechos, y que, posiblemente, tendremos que estar otro tanto reivindicando. Por ello, es tan importante valorar el tiempo que vivimos, ya que las represiones cambian y fluctúan con las épocas. 

Hace apenas 45 años todavía vivíamos en el franquismo, esperando a que el dictador muriese en la cama. El régimen ideó perfectamente un estado donde la mujer quedara relegada al ámbito más privado y secreto de la sociedad. La sección femenina de la Falange se encargó de enseñar a coser, cocinar, ser ama de casa… en definitiva, a cuidar. El punto final lo puso la Iglesia – católica, romana y apostólica-, que instauró “la moral” que reinó durante los casi 40 años de dictadura.

A colación de estas pinceladas olvidadas de la historia, y en conexión con el franquismo y el papel de las mujeres, destaca la huelga minera de 1962, en Mieres (Asturias). Todo comenzó con una serie de despidos en Pozo Nicolasa, ocho trabajadores que protestaron por las míseras condiciones de trabajo. Los compañeros decidieron solidarizarse, y esa fue la clave de como una huelga, en pleno apogeo del régimen, tuvo éxito. Las protestas se extendieron a las cuencas del Bierzo y Laciana, con cerca 5.000 mineros en huelga, pero también por Europa. El movimiento no se explica hoy en día sin la presencia de las mujeres de esos obreros, entre las que destaca Constantina Pérez (Tina), que murió -fue asesinada- por los palos que le dieron en la cárcel. 

Los movimientos obreros, tantas veces encabezados por hombres, nunca hubieran tenido éxito sin las mujeres unidas. Somos nosotras el sosiego, la sororidad y por supuesto también esa incansable lucha. Ejemplos tenemos en nuestro tiempo: las mujeres de los trabajadores de Sintel que se encerraron 80 días en la catedral de la Almudena o las espartanas de Coca-Cola en lucha, que a mi, personalmente, tanto me han enseñado. Y otras protagonistas indudables, como “las kellys”, que con sus voces han conseguido que los de arriba se sienten, después de una década, a hablar sobre los problemas de la subcontratación. Las trabajadores de H&M de San Fernando de Henares, las trabajadoras de los call-centers que colgaron los cascos, las temporeras de la fresa de Huelva que se alzaron contra el capitalismo racial y colonial, Amazon…

Y ahora, ¿qué tenemos? Esta tarde en la mayor parte de ciudades del Estado habrá manifestaciones por el día internacional de la mujer (el “8M”). Es importante que un gobierno feminista haya hecho una ley donde “solo sí es sí”, como también lo es que un Ministerio morado tuiteé “sola, borracha, quiero llegar a casa”. Es un lema de nuestro tiempo y de todo lo robado, por eso “Un violador en tu camino” dice: “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”. La caverna mediática y fascista, no lo entiende, se queda con la anécdota y no con el mensaje, ahí está el problema. Al fin y al cabo, están resentidos de que tengamos un megáfono, de que en algún momento todas nos uniéramos a una contra las manadas, que estemos en las instituciones, que podamos vivir -más o menos- la vida que queramos. Desgraciadamente, los machistas y derechistas de color verde mierda ya están donde no queríamos, han entrado bien dentro, y realmente, es muy fácil retroceder. Es hora de plantar cara, porque no se les puede seguir blanqueando con comentarios incendiarios. Decía Machado “haced política, porque si no, alguien la hará por vosotros y contra vosotros”. 

El feminismo del 2020, en mi opinión, está difuso. Siempre he pensado que el patriarcado es el padre de todos. Más tarde, llegó el capitalismo, e hicieron un bodorrio cuya resaca todavía llega a hoy. En estos días, hay mujeres que reivindican un “feminismo liberal” … que yo me pregunto todavía que coño será. El feminismo asecas, reivindica la vida con igualdad real y efectiva. El término liberal, la verdad, es que no encaja muy bien en lo que acabo de decir, ya que, a lo largo de la historia, se ha encargado de fusilar las igualdades, creando una estructura de poder y desigualdad. Mi feminismo, y el de tantas compañeras, lucha por el reconocimiento de la economía de los cuidados (otro problema del capitalismo liberal), por la vida sexual (no porque me comercialicen para ser madre de alquiler), por las libertades (tantas veces mermadas), por los derechos humanos, por el consumo (que deciros que no cause risa en comparación con el liberalismo) … A mí no me venden el cuento cuando se amparan en que cada una tenemos que vivir el feminismo de forma libres: el feminismo solo es tal si es de género, clase (anticapitalista) y antirracista, se tiene que entender que las desigualdades de una mujer por ser tal tienen varientes según posición económica, etnia, orientación sexual… Sin eso, no hay feminismo. Por tanto, esa cosa a la que llaman “feminismo liberal” no tiene como objetivo mejorar las condiciones materiales y simbólicas de nuestro género, lo que hace es instrumentalizar el feminismo para expandir el capitalismo y legitimarlo, como hace el capitalismo con todo tipo de luchas. Sólo hay que ir a la manifestación de hoy, llena de camisetas de Inditex que dicen “We should all be feminist”. No es una fiesta como algunos pretenden, es un día histórico, memoria de todas las que hemos dejado atrás.

Por tanto, es fundamental que no perdamos el rumbo, que no dejemos que el capitalismo atroz que tantas vidas se ha llevado y que tan poco nos ha dejado avanzar, se coma nuestra lucha. Como decía Rosa Luxemburgo: “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humamente diferentes y totalmente libres”. 

Adelante compañeras.

Sarah Scheerlinck Alonso

Escrito por:Bruno Bodelón

Ante todo humildad. Ante todo sin resignación. Ratiño de cuarta generación mínimo.

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