Es maleducado. Es inoportuno. Seguramente sea una falta de respeto referirse así a nosotros mismos, pero es lo que somos. Ya nuestro entorno -el noroeste del estado, Galicia, Llión y Asturias- son territorios extremadamente castigados por las dinámicas de un estado que premia la insolidaridad antes que la coherencia y el crecimiento común de sus regiones.
¿Por qué premia la insolidaridad? Principalmente por la fiscalidad, y por la falta de un común acuerdo que permita el equilibrio interterritorial en materia de servicios públicos. Un equilibrio inexistente que lleva a la agonía de muchos territorios. La despoblación está ahora mismo más incentivada que nunca y vemos como regiones enteras están sangrando ríos de gente dirección metropolis. La provincia de León, perdió en los últimos seis meses del año pasado 11 personas al día. ¿Es justo?. El cierre de consultas médicas en el rural no es algo transitorio y necesario -por motivos sanitarios y económicos- es una avanzadilla más de una guerra mucho más abstracta y concienzuda de lo que pensamos. Es la confirmación de la reverencia miserable de los políticos de color azul, naranja o rojo hacía un sistema que premia las metropolis, los grandes centros de consumo y la utilidad de la aculturación de las personas. En este sentido cabe señalar, que luchar por las consultas médicas se convierte hoy en una resistencia. Una resistencia que se debe convertir en una victoria material urgentemente – y de no ser así será como abrirle otra compuerta a un pantano-.
El título creo que no deja pie a fantasías, la última mierda, no está tampoco regalado, sencillamente es una afirmación con la que pretendo desde causar un cierto dolor al lector a intentar plantear que sí, efectivamente lo somos. Pero no lo somos como se evidenció la semana pasada con el confinamiento perimetral más corto de la historia Después de Covid, sino que es una dinámica que termina por confirmarse con un símbolo como ha sido las declaraciones, bocyles y demás estupideces que se perpetraron durante toda la semana pasada. Primero «La Junta planteaba».. segundo «¿Qué podrías no hacer en el confinamiento?».. tercero «Sólo Ponferrada», cuarto «Ponferrada y pedanías».. y cuando por fin, después de tanta especulación absurda -que no creo que fuera aleatoria- y después de haber jugado con la incertidumbre, las dudas y los miedos, el pasado viernes la Junta confirma el confinamiento pero justo después advierte, puede que mañana ya no se aplique puesto que implantaremos un toque de queda.
Obviamente cabrea. Y cabrea por varios motivos, el primero, ¿Cómo puedes plantearle a la gente más de 5 escenarios de libertad diferentes en una semana?, el segundo, sólo Olegario dió una tímida declaración «afeando» la actitud de la junta. ¿Sólo afeando?, no me parece muy justo lo que han hecho, nos han tratado como ganado y solo podemos afearlo. Por que claro, exigir a una administración superior a la nuestra que de verdad decida con firmeza que hacer suena a rebeldía y en tiempos en los que los fantasmas de la represión se están abriendo paso más fuerte que nunca en estos 40 años de democracia.. quizás es mejor callarse.
Es obvio que a El Bierzo le está azotando una pandemia, no hay más que mirar a vuestro alrededor, todos tenemos algun conocido o familiar en Positivo o en contacto con. Existe, está ahí, hay que cuidarse. Pero también existe -y esto no es transitorio- una región cada vez más miserable, menos escuchada y porsupuesto menospreciada como la semana pasada. Una región que no se ha podido sentar en la mesa con los que deciden, a decidir ella, que es el punto central de este texto. No tenemos capacidad de decisión ni como sociedad, ni como región en conjunto con sus estructuras. Y esto si es algo que debería preocuparnos tanto como la pandemia.
Si podemos cuidarnos en materia sanitaria, ¿por qué no damos un paso más? Por que no cuidarnos decidiendo desde aquí que es lo mejor para nosotros. ¿Acaso os creéis que ellos saben más?. Hay científicos que sí, pero no son los políticos. No toman las decisiones.