La idea original de esta película documental pertenece al ourensano Xaquín Lorenzo (conocido como “o Xocas”). Para llevar a cabo esta obra, juntó sus conocimientos etnográficos con los del cineasta Antonio Fernández-Román. Xocas sabía que era lo que quería contar, y Antonio Román sabía cómo hacerlo. El montaje fue realizado por Carlos Serrano de Osma. Se rodó en la aldea de Facos (Ourense) en 1940, con una cámara que Antonio Román tenía en casa y un escaso presupuesto (8.000 ptas) que se invirtió para llevar al laboratorio los 100 planos de los que se compone.

Esta cinta ha llegado hasta nuestros días gracias a una copia encontrada en el Museo Arqueolóxico de Ourense, y conservada en el Museo do Pobo Galego, quien tiene los derechos de la obra intelectual de Xaquín Lorenzo. Después de años en los que nada o casi nada se supo de su existencia, es en 1980 cuando este material llega a Eloi Lozano, quien decide realizar una nueva versión del documental. La segunda versión, que contiene el mismo material visual y montaje, tiene por añadido la locución en gallego del propio Xocas. O home e o carro acerca el cine a la Galicia rural a través del carro, símbolo representativo de la cultura gallega. Xocas siempre se sintió atraído por la figura del carro y contribuyó con innumerables estudios que sobre él realizó a situarlo en un lugar destacable del patrimonio etnográfico gallego.


Ilustración realizada por Xocas incluida en su artículo “Nomenclatura del carro gallego”
(Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XII, 1956)

En O carro e o home, se narra la vida del carro desde su construcción hasta su desaparición, utilizando esta herramienta como hilo conductor para contar la vida, las relaciones y los diferentes trabajos comunitarios que se llevaban a cabo en la aldea.

El carro, que se construye con la unión de los vecinos, es un símbolo vertebrador de la vida que se llevaba a cabo en estas zonas. Desde el transporte de alimentos, objetos o personas, hasta su utilización como unidad de medida ya que, antaño, se compraba un carro de leña o de paja. Una herramienta que, como muestra la cinta de Xocas, tras largos años de duros trabajos en el campo, se acaba deteriorando e inutilizando. Quizá es esto un reflejo de la cultura que nos precede y dejamos, al igual que el carro, en la esquina de un garaje, o si hay suerte como decoración de algún rincón del jardín. O quizá el deterioro y envejecimiento del carro, es el mejor reflejo de todos y todas aquellas que trabajaron y sudaron por sus tierras para acabar renegados a, por ejemplo, la emigración. Creo que el carro es, por muchos motivos y diferentes interpretaciones, una muy buena representación de esta cultura.

El carro, como vemos en la cinta se construye gracias a la cooperación de los vecinos de la aldea, el cual nos arrastra al siguiente trabajo que realizan en común que es la malla. Vemos esa cooperación que se produce de forma natural en el mundo rural, donde se suman fuerzas para obtener mejores resultados. La retribución, nos explica en la narración Xocas, era la fiesta que llevaban a cabo una vez finalizada la actividad: “el xantar, as cantigas, os contos…”

Fotograma extraído de la película «O carro e o home»

De la malla, el carro nos transporta al trabajo que también ponen en común las mujeres para confeccionar la ropa: la maza do liño.

Este documento gráfico, nos sirve de muestra de como funcionaba la vida en las aldeas, basada en la cooperación de vecinos para subsistir. Hoy, en la era de la inmediatez y el individualismo, es necesario echar la vista a las formas de vida de nuestros antepasados para, no repetirlas, pero si aprender de ellas y reinventarlas.

Por último, el análisis de estos 12 minutos, también da pie a hablar de un error en el que siempre se tiende a caer a la hora de hablar del mundo rural, y es la idealización de este. Durante toda la cinta , vemos a los vecinos y vecinas sonrientes y mirando a cámara, al igual que me sorprende la alegría con la que versa Xocas sobre el niño que trabaja y conduce el carro. Este es un fenómeno que vemos cada vez con más asiduidad cuando alguien ve desde fuera estas formas de vida. Pero no debemos olvidar que sonríen por la conciencia de la presencia de la cámara, y que el trabajo infantil al que se veían obligados está muy lejos de ser “bonito”.

Por eso, miremos al pasado, valoremos, aprendamos de ello y reinventemos lo aprendido en el presente.

Escrito por:Lucía Suárez

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