Hoy en día, la tecnología ya está superando la técnica y ya incluso nos estamos preparando para asimilarla más que para trabajar con ella. Está claro que todo lo que podamos imaginar hoy está más cerca que nunca. Imaginemos.
Imaginemos un mundo rural donde se equipare el nivel tecnológico al de las ciudades, la sofisticación y el desarrollo de las mismas. No hablo de mejorarlo, sencillamente de igualarlo. Al igual que el fomento fue uno de los pilares del liberalismo en los primeros años de la economía de mercado, ¿Por qué no puede serlo de nuevo?.
Hoy el fomento no es un sencillo asfaltado a una carretera -que también es prioritario y se tiene que actuar en muchos puntos- hoy hablamos de llevar la tecnología del IoT (Internet of things) , a llevar buenas conexiones al mundo rural y a intentar producir de una manera eficiente y sostenible.
Si desde 1851 que existe la institución Ministerio de Fomento, ¿Quién duda de su importancia? Los viejos liberales sabían que si querían un gran mercado nacional deberían fortalecer que todos los territorios del estado-nación deberían competir en igualdad y para competir en igualdad y servir a igual velocidad necesitaron carreteras, ferrocarriles y algunas leyes de libertad económica que empoderaban a los individuos.
Y de empoderar va la cosa, si España defiende la economía de mercado en su constitución, pero también recoge como fundamentales los derechos de defensa del medio ambiente y del patrimonio cultural. ¿Por qué permite que macroproyectos que atienden difusamente a esa idea de libertad económica y por supuesto no atienden a las ideas de defensa de patrimonio y medioambiente destruyan nuestras pequeñas economías locales sostenibles?.
¿Por qué un estado abiertamente entregado a la economía de mercado no deja que sean los pueblos los que aprovechen la tecnología para generar su propia energía? ¿Por qué un estado que dice defender en su carta magna el medioambiente y el patrimonio cultural permite que se aprueben macroproyectos eólicos que no solo van a afectar a 3 municipios del Bierzo sino a la mitad?
Nosotras, no tenemos esa respuesta, es compleja, multicausal y seguramente aún contestándola estaríamos hablando de una respuesta vaga y sin todas las conclusiones necesarias. Lo que si tenemos es la capacidad de hacernos preguntas y cuestionarnos que proyectos como el eólico que pretenden instalar en Barxas, Corullón y Trabadelo no suponen ni un beneficio para El Bierzo ni un desarrollo firme para los municipios más aceptados. Al contrario.
Hay una pregunta más enrevesada y de aún más dificultad. ¿Por qué no existe libertad en el mercado de la energía?. ¿Por qué un pueblo como Trabadelo o como Barxas o como Corullón no puede acceder a desarrollar su energía con sus recursos de una manera que sirva para abastecer y servir de una manera eficiente y sostenible?.
Y quizás suene raro el enfoque que le hemos dado hoy, pero creemos que es un enfoque diferente. Pero claro, volvemos a la cuestión troncal del blog, de la asociación y de mucha gente del Bierzo que está empezando a ver las cosas claras. ¿Por qué no somos los bercianos los que decidimos sobre que queremos y que no?.
Son los macroproyectos los regidores hoy de las esperanzas del Bierzo. Las alternativas locales no terminan de ser fuertes e imponerse y las viejas formas de economía tradicional como puede ser la agricultura y la ganadería no terminan de culminar en un modelo de desarrollo económicamente viable para la gente del Bierzo. La minería cerró y un modelo extractivo como ese ya no lo volveremos a ver por estas tierras hasta dentro de mucho. Entre la espada y la pared solo nos queda rogar que no nos maten y parece que es lo que estamos haciendo.
Pero pese a la emergencia, aún hay tiempo, pues atendiendo a la historia del Bierzo, todo es cíclico. Ahora impugnaremos, ahora propondremos, ahora toca batalla pero también reflexión y pensar en qué queremos.