Cuando hablamos de arte mozárabe, nos referimos al arte desarrollado por
los cristianos hispánicos que vivieron en el territorio musulmán desde la
conquista de la península hasta finales del S. XI. El paso de estos por nuestras
tierras dejó múltiples evidencias así como una clara influencia en el arte, que
vemos hoy en día especialmente en el legado arquitectónico. Actualmente se
tiende a calificar el mozárabe como “arte de la repoblación”, debido a que
muchos historiadores argumentan que su arquitectura tiene más que ver con
el arte asturiano y visigodo que con lo procedente de Al-Ándalus, tan solo
en ciertos aspectos se relaciona con lo musulmán: arcos de herradura, alfices,
modillones de lóbulos… A grandes rasgos, las características principales de
su arquitectura son: la gran variedad de plantas, un amplio dominio en el uso
del arco de herradura, materiales pobres y reutilizados, cubiertas variadas…
Ahora bien, hace dos años que el expresidente de la Junta de Castilla y León
anunciaba la intención de la Comunidad de liderar la propuesta para que la
arquitectura mozárabe de la Península Ibérica se incluyese en el listado
de Patrimonio Mundial de la Unesco, ya que es principalmente donde este
arte fue desarrollado. Hoy en día, lejos de estar parada, esta iniciativa
prosigue recogiendo información y apoyo para la candidatura.
Es en el reino astur-leonés donde encontramos los mejores ejemplos de este
arte de repoblación que se llevó a cabo en el S.X y a principios del XI por
los reyes leoneses (desde García I a Fernando I).
En nuestro Valle del Silencio, situado entre las alturas de los Montes
Aquilianos, encontramos uno de los símbolos de El Bierzo, la famosa iglesia
de Santiago de Peñalba. Datada en 937, tiene como particularidad dos
ábsides contrapuestos, de tradición visigoda y paleocristiana, con planta de
cruz latina y restos de decoración mural de estilo hispano-musulmán, los
cuales han sido recientemente restaurados. En el ábside occidental se colocó
el sepulcro de San Genadio, obispo de Astorga, que fue el constructor de este
monasterio. De esta manera, se puede considerar como una iglesia-panteón,
presentando una cúpula gallonada sobre el crucero (característica de la
arquitectura islámica), al igual que los dos ábsides. En la cara exterior de la
puerta vemos dos detalles de clara influencia musulmana: el cerrado doble
arco de herradura, con dovelas muy desarrolladas y el alfiz. Los modillones
de rollos se decoran con ruedas solares de origen celta y flores de seis u ocho
pétalos, vinculados a la idea de eternidad.
También cerca de Ponferrada, se encuentra la iglesia de Santo Tomás de las
Ollas, datada de finales del siglo X. Posee una sola nave rectangular, de la
cual solo queda la cabecera de planta elíptica, caso único, cubierta con una
cúpula gallonada y arquería ciega decorando el ábside, disposición que
posteriormente sería frecuente en el románico catalán. Se accede al ábside a
través de un arco triunfal de herradura de doble anillo, primer doble arco
conocido de la arquitectura española de la Edad Media.

El reconocimiento del arte mozárabe dentro de la Lista de Patrimonio de la
Humanidad significaría catalogar, preservar y dar a conocer estos templos
de increíble importancia cultural. Estos lugares podrían obtener financiación
para su conservación del Fondo para la conservación del Patrimonio
mundial, lo que ayudaría sin ninguna duda a El Bierzo, dando a conocer su
patrimonio y fomentando el turismo hacia la región y, sumándose así, como
Las Médulas desde 1997, a esta lista de sitios específicos de incalculable
valor. Sería el justo reconocimiento que se merece un patrimonio único en
Europa y que lleva perviviendo durante siglos entre nuestros bosques y
valles. En unos meses veremos el alcance de esta iniciativa y si llega a
realizarse o no, pero, ¿supondría un impulso real y efectivo para nuestra
región? ¿O solo sería uno más de esos proyectos a los que no se ha sabido
sacar provecho?
Texto de Cristina González, foto de cabecera Diego Carrera