Siempre es peligroso opinar sobre asuntos complejos de los que no se tiene una
formación profunda. Sin embargo, algunas veces, por simple percepción o por el
impulso que genera ver que el colectivo opina lo mismo, se pueden esbozar algunas
cosas.
En los últimos días, coincidiendo con las festividades navideñas, hemos podido ver
escenas que chirrían. Una de ellas es la de del personal sanitario del Hospital haciendo
muestreos de COVID bajo la lluvia. Una hilera de coches y enfermeras empapadas
corriendo de un lado para otro durante un turno entero.
También llama la atención ver las largas colas de gente agolpada a las puertas de los
centros de Atención Primaria para realizar las pruebas de detección del COVID o el
desvío sistemático de los pacientes a Urgencias y a los cribados.
De nuevo, desde la Consejería de Sanidad no se han tomado medidas para evitar lo
que parece un inminente colapso de la Atención Primaria. En las segundas Navidades
en pandemia y con las restricciones relajadas, la Junta no ha sido capaz de facilitar la
detección de los posibles casos de COVID. Lógicamente, el resto de pacientes se ven
inmiscuidos en el atasco que está provocando las deficiencias en el sistema y se intuye
también un fuerte agotamiento del personal sanitario.
Pero las olas son predecibles, y por tanto las actuaciones para minimizarlas también.
Lo que pasa es que es difícil escoger entre salud o economía, entre una sanidad pública
fuerte o precarizada y en vías de privatización. En la sexta ola, es inadmisible pasar una
cuarentena y que no llegue la llamada del médico.
Pero la percepción (cierta o no) que tenemos sobre la situación no ha llegado a las
Cortes, puede que nadie haya pisado un centro de salud. Por ahora en la Consejería
parecen estar más interesados en las cuitas políticas que en la salud de los ciudadanos
de segunda de las áreas del Bierzo y Laciana.
Iván Samprón
EL FILANDÓN BERCIANO 