¿Seguimos conociendo las aves de nuestra Comarca? Esta vez toca hablar de dos de los animales más escurridizos de los bosques: el agateador común y el trepador azul.
¿No os han resultado curiosos sus nombres? Se trata de dos aves con un comportamiento en cierto modo parecido… y es que ambos se pasan el día subiendo tronco arriba los árboles, sin descanso alguno. El agateador, como cabría esperar por su nombre, lo hace casi arrastrándose por ellos pareciendo que gateara. Su pequeño cuerpo y diminutas extremidades están hechos para este fin, pues su peso y las enormes uñas en proporción con las patitas le permiten encaramarse a la corteza con total facilidad. El trepador azul, por otro lado, prefiere los saltos entre troncos y ramas poniéndose incluso cabeza abajo.
Hechas las introducciones, ¡empezamos!
El Agateador Común (Certhia brachydactyla) o ‘gabeador’ es un pájaro muy habitual en los bosques de toda la Península, en los que se pasa los días recorriendo troncos en busca de alimento. Es complicado de observar, por diferentes razones. Una indudable es su pequeño tamaño, ya que no sobrepasa los 12 cm. Otro motivo es su plumaje, con el que se camufla a la perfección con el entorno. Es de tonos marrones, salpicado por pinceladas más claras lo que le ayuda a mimetizarse con los troncos y líquenes que viven sobre éstos. Si a esto se le suma la ‘hiperactividad’ natural de esta especie hace que su localización sea complicada, al menos para inexpertos. La mejor forma de localizarlo es usando bien el oído, ya que su canto es agudo, corto y muy potente y fácilmente reconocible.
Las cortezas de los árboles y sus infinitas rendijas y endiduras son su restaurante. De ellas extrae con su pico fino, curvo y alargado insectos como hormigas o larvas, entre otros. En ellos también construye sus nidos, los cuales tapiza con plumas o pelos entremezclados con musgos o líquenes. Por estos motivos ocupa bosques desarrollados, tanto caducos como perennes, desde el nivel del mar hasta los 2000 metros de altitud. Este factor influye también en su estado de conservación, y es que su población depende de una buena gestión forestal que respete la variedad de especies y tamaños de árboles y evite la fragmentación, además del uso excesivo de plaguicidas que le dejan sin alimento.

El Trepador azul (Sitta europaea) o ‘gabeador azul’ es un ave de tamaño algo mayor, entre 12 y 14 cm de longitud, y con un color azul grisáceo muy distintivo. Su pecho es blanco roto en las hembras y más anaranjado en los machos, como se puede apreciar en la fotografía de la pareja. Tienen además una llamativa línea negra desde el pico hacia la parte trasera de la cabeza, a modo de antifaz o ‘eyeliner’. Su pico es largo y fuerte, perfecto para completar una dieta muy similar a la del agateador a la que añade frutos secos como piñones o avellanas para los cuales está diseñado.
Vive en bosques maduros, generalmente de pino o chopo, y también en encinares o alcornocales entre otros. En ellos hace sus nidos, los cuales remata con cortezas u hojarasca. No se conforma con cualquier cosa, así que si la abertura del hueco elegido para la cría es demasiado abierta para su gusto, la reduce con barro… ¡todo un manitas!
Al igual que el agateador, el trepador azul está amenazado por la pérdida de valor de los bosques y su fragmentación. Su extensión es más reducida, siendo más escaso en la mitad sur de la Península donde se ciñe a áreas más frescas. Tanto es así que está incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como especie «de interés especial».

Tan parecidos son, y en tantos aspectos a pesar de ser fácilmente diferenciables como se puede ver en las fotos, que su nombre en nuestra bonita lengua es el mismo (amén del color del trepador como ‘coletilla’).
Esperamos que haya sido una lectura interesante y como siempre os invitamos a prestar atención para poder disfrutar y darle el valor que se merecen estos pequeños. Como no todo va a ser hablar de especies poco comunes o más llamativas de lo habitual, la próxima entrega se dedicará a dos clásicos de la avifauna y que podemos ver continuamente incluso en las mayores ciudades: el petirrojo y el gorrión común.
Diego Carrera