Ayer nos apetecía disfrutar del sol, y por eso nos fuimos carretera arriba; esta vez dirección oeste. La tranquilidad que nos ofrece la hoya a la hora de desplazarnos se va perdiendo a medida que ascendemos, ya que poco a poco comenzamos a ver como en algunas curvas el hielo empieza a tener más protagonismo. A pesar de encontrarnos cada vez más nieve, la carretera seguía transitable, y así en cada pueblo por el que pasábamos. Observando el estado de las carreteras, nos hacía gracia ver como los bordes estaban cubiertos de blanco, pero aún así, el asfalto se encontraba seco.

Una vez llegamos al pueblo, vimos que gran parte de las calles se encontraban cubiertas de nieve, al igual que los tejados, las huertas y los prados; todo era blanco salvo los muros de piedra y la madera de los corredores, pero con todo eso, vimos que las cosas transcurrían con la “normalidad” de siempre. Con la normalidad de siempre me refiero a que los servicios básicos siguen sin estar cubiertos. Ya que los pueblos siguen incomunicados tanto en telecomunicaciones como en servicios de transporte, salud o educación. Lo que es una verdadera catástrofe y de lo que no se suele hablar en los medios de comunicación. Eso sí, cuando una nevada cae sobre la capital, se para el mundo y no hay nada más de lo que hablar, pareciendo que la nieve solo cuaja en las calles de Madrid.

Ahora que ha nevado en la capital, se solicita la declaración de zona catastrófica por la paralización de los servicios, pero yo me pregunto ¿También es zona catastrófica la que nunca los ha tenido?

Raúl Ochoa, 2021.

Escrito por:Raúl Ochoa

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