Nuestros bosques están habitados por unos seres esquivos a la vista pero generalmente desvergonzados en lo que a armar escándalo se refiere. Animales que pasan gran parte de sus días percutiendo los troncos de los árboles en busca de algo con lo que llenar su insaciable estómago o, como se denomina el de las aves, molleja. En esta ocasión, vamos a conocer a dos miembros de la familia de los pícidos: el primero, el más característico de nuestra península; el segundo, el más extraño de esta peculiar familia. Se trata del pito ibérico y del torcecuellos.

El Pito ibérico (Picus viridis), ‘verdal’ o ‘verdonal’ es el más común y extendido de nuestros pájaros carpinteros. Es un ave inconfundible tanto por su aspecto como por su canto. Es de color verde, más intenso en los dorsos, con matices grises y amarillos en algunas zonas del cuerpo. La cara es de lo más particular, pues cuenta con una especie de antifaz negro y con un color rojo intenso en el píleo (parte superior de la cabeza). Sus ojos son amarillos, contrastando notablemente con el antifaz. El canto de esta especie es inconfundible, muy sonoro y el mismo a lo largo del año. Podría tener ciertas semejanzas con un relincho, lo que explica que en algunas zonas se le conozca como ‘rincho’ o ‘relinchón’.

Consume fundamentalmente hormigas y larvas, las cuales come directamente del suelo o del interior de la corteza de los troncos podridos y débiles, pues no cuenta con un pico especialmente fuerte en comparación con otros pájaros carpinteros. Su larga y pegajosa lengua le permite extraer insectos escondidos hasta a 10 cm de profundidad, lo que le facilita mucho las cosas.

Su vuelo es quizás otra de sus características más notables, pues describe trayectorias ondulatorias en las que aletea fuerte y seguido para elevar el vuelo y se deja llevar hacia abajo de nuevo en forma de parábolas sucesivas. Es la forma más sencilla de observarle, ya que mientras está posado sus colores dificultan mucho adivinar su localización. Vive en zonas forestales y semiforestales, especialmente caducifolios y no muy densos y desde el nivel del mar hasta superados los 1000 metros de altura. Por este motivo, y a pesar de su capacidad de adaptación, es sensible a la deforestación pero, sobre todo, la intensificación agraria y la inadecuada gestión forestal de los montes ya que reducen las viejas arboledas y eliminan los árboles apropiados para su dieta y reproducción. Está incluida en la Lista Roja de las Aves de España como ave de ‘preocupación menor’.

Pito ibérico, fotografía de Diego Carrera

El otro ave que vamos a conocer es el Torcecuellos euroasiático (Jynx torquilla) o ‘formigueiro’. Es el representante más atípico de la familia de los carpinteros ya que irónicamente es incapaz de taladrar la madera, al carecer de las adaptaciones fisiológicas típicas del resto de pícidos. Su pico es pequeño y no tiene la fuerza necesaria para esta forma de alimentación, por lo que tiene que buscar el alimento de otra forma: asaltar hormigueros con su infalible y larga lengua.

Su plumaje es críptico, de color pardo salpicado por manchas y punteados que le ayudan inestimablemente a camuflarse con la tierra en la que busca alimento y, sobre todo, con troncos y ramas. Habita zonas parcialmente arboladas, como sotos o dehesas, y no hace ascos a zonas antropizadas como jardines o huertos y frutales donde encuentra las hormigas que conforman su dieta. También se alimenta de otros invertebrados, que busca tanto en el suelo como en ramas o incluso al vuelo. Su canto es nasal y lastimero (ki-ki-ki) y recuerda al de algunas rapaces.

Otra consecuencia de no poder taladrar madera, más allá de las relacionadas con la alimentación, es que no puede tallar su propio nido en el tronco de un árbol. Por ello busca minuciosamente todos los resquicios que presenta la zona que habita hasta encontrar el sitio ideal que, por lo general, suele ser un viejo nido de pito ibérico o pico picapinos. En él deposita entre 7 y 10 huevos que serán incubados exclusivamente por la hembra, pudiendo hacer hasta una segunda puesta incluso antes de que los primeros pollos vuelen del nido. En esta época de cría se comporta de una forma muy agresiva, llegando a desalojar otras aves de sus nidos e incluso destruyendo sus puestas… pequeño pero matón.

Se trata de una especie categorizada como ‘vulnerable’ que se incluye en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. El principal problema que azota al torcecuellos es el empleo de insecticidas, que provoca intoxicaciones fatales, y la intensificación agrícola. Las pérdidas de arbolado limitan notablemente la superficie de cría, por ello es tan importante conservar paisajes agrícolas con arbolado disperso que les facilite su instalación.

Torcecuellos, fotografía de Diego Carrera

Una vez vista su foto puede adivinarse el porqué de su particular nombre. Su largo cuello, color pardo y ojos penetrantes le otorgan cierto parecido a una serpiente, lo cual es más que evidente cuando en situación de amenaza o peligro estira su cuello y realiza movimientos ondulantes y violentos. Este comportamiento asusta a muchas aves que ven amenazados sus huevos o directamente su integridad ante esta extraña criatura.

En la próxima ocasión hablaremos de dos pájaros cuyo nombre tiene vínculo directo con nuestra Comarca, los carboneros común y garrapinos, que tanto alegran la vista en las excursiones por el monte y en ocasiones también en nuestros pueblos y ciudades.

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Escrito por:Diego Carrera

ICCP - El Bierzo

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