Desde que el pasado 29 de diciembre el Ayuntamiento de León aprobara una moción pidiendo la constitución de una Autonomía Leonesa —constituida por las actuales provincias de Salamanca, Zamora y León— se ha desatado una ola de mociones pro-autonomía en distintos ayuntamientos y juntas vecinales en la provincia de León.
Pero todo este impulso leonesista no es nuevo, ya en 1983 el Ayuntamiento de Ponferrada fue el primero en aprobar una moción para crea una comunidad autónoma leonesa, y desde entonces este tipo de iniciativas se han ido repitiendo a lo largo de la historia reciente. El objetivo de las mismas sería presionar a los partidos del Régimen del 78 para cumplir los anhelos autonomistas del pueblo leonés, incumplidos en la Transición por unas supuestas “razones de estado”, y por tanto salir de la comunidad autónoma de Castilla y León, la cual los leoneses —incluidos los bercianos— nunca votamos, ni deseamos, ni nos sentimos representados. La peculiaridad que están teniendo estas últimas mociones es su gran desarrollo, debido a la cantidad de municipios donde se han aprobado y la diversidad ideológica del voto favorable. Esto está provocando que en el momento de escribir este artículo, los municipios pro-autonomía ya representan al 45% de la población de la provincia de León.
Pero este empuje está teniendo escollos, en Salamanca y Zamora —donde solo hay un municipio pro-autonomía en cada una— y en los ayuntamientos del Consejo Comarcal de El Bierzo. En este último caso, hasta la fecha, sólo se han producido dos movimientos: la moción favorable en la junta vecinal de Santa Marina de Torre (Ayuntamiento de Torre del Bierzo); y el fallido intento de Socialistas Por Cacabelos, esta última la petición contaba con la singularidad de constituir a El Bierzo como cuarta provincia leonesa.
¿Pero por qué estas reticencias en El Bierzo? A mi modo de ver esta cuestión se ha ido gestando en los últimos treinta años, y los factores son de diversa índole. Si la provincia de León es un territorio periférico, el cual ha perdido peso político y económico, y la mayoría de las promesas de las últimas décadas se han quedado en el cajón del olvido, no hay que ser muy audaz para darse cuenta de que en la comarca de El Bierzo se han reproducido estas nefastas dinámicas con mayor virulencia, aumentado con ello la sensación de abandono por parte de los habitantes de la comarca. En El Bierzo hay una gran desconfianza, con razón, hacia la creación de una comunidad autónoma leonesa, pues se teme que desde León Ciudad se copien las dinámicas centralistas que se vienen produciendo en la ciudad de Valladolid. Y digo con razón porque todas estas mociones pro-autonomía no atienen a un programa concreto o a un manifiesto, adolecen más de corazón que de cabeza. Hasta la fecha no se ha visto ningún tipo de programa que plasme los objetivos y principios con los que se pretende construir la futura autonomía. Ni por parte del principal partido leonesista, la UPL, ni de todos los alcaldes que están votando por el sí, ni tampoco desde lo que se conoce como el leonesismo social. Ocasionado esta circunstancia entre los bercianos a más personas dudosas que adeptas a la causa.
Por otra parte, El Bierzo es un territorio leonés con una personalidad propia y desde algunos estamentos de la sociedad leonesa esta idiosincrasia no se ha entendido, ya sea por desconocimiento o necedad. El Bierzo, desde mi punto de vista, le caben tres acepciones y las tres son válidas: una, correspondería con la comarca tradicional y territorialmente se delimitaría en lo que corresponde estrictamente con la hoya, la parte más profunda y plana de la fosa tectónica que forma el Bierzo y está rodeada por otras entidades más montañosas (Valdueza, Valcarce…); la segunda, sería el territorio que abarca el Consejo Comarcal de El Bierzo, con sus 38 municipios; y la última, haríamos referencia al espacio que englobaba la provincia de El Bierzo de 1822, un espacio geográfico bien delimitado que podríamos poner el sobrenombre de la ‘Región del Sil’, incluyendo en el misma comarcas como Cabrera, Ancares, Fornela, Ribas del Sil, Laciana… Si se entendiera esto, y sobre todo la última acepción, se tendría mucha más sensibilidad con el sentir de los bercianos y con la reivindicación de que el 75% de la ciudanía berciana quiere ser provincia.
Pero también toca ser críticos con ciertas situaciones que han buscado las desavenencias y, con planteamientos chovinistas y nacionalistas, ahondar en la división de El Bierzo con León. Un ejemplo: A veces leo, con cierto estupor, como desde ciertos sectores se intentar exaltar la galleguización de El Bierzo rememorando, de una manera muy sesgada, partes de la historia. Así es como sucede con la Revuelta de los Irmandiños, encumbrando con ahínco esos lejanos acontecimientos, porque te acercan a Galicia, pero no se hace lo mismo con la Revolución del 34, originada en Asturias y, cuando se extendió a León, tuvo a El Bierzo como uno de los principales focos protagonistas, básicamente porque eso te lo acerca a León y a Asturias. Por otro lado, también vivo situaciones que me llaman especialmente la atención cuando remarcó que El Bierzo es un territorio predominante ástur —al igual que Zamora, resto de la provincia de León y Asturias— hecho que algunos estudiosos de la comarca no dudan en resaltar, como José Antonio Balboa de Paz en su obra «El Bierzo y los bercianos». Y es que este hecho no es para nada baladí, gran parte de la primigenia identidad berciana habría que buscarla en esta tribu celta prerromana, la cual también marcó en buena medida el carácter y la cultura de lo que fue el Reino Asturleonés.
No obstante, a El Bierzo lo que le sucede es que un territorio de frontera, y como tal, las influencias de la cultura gallega se dejan notar, siendo el galego la faceta más visible, sobre todo en la mitad occidental de la comarca, pues en la mitad oriental la otra lengua patrimonial sería el llionés. En cualquier caso el debate sobre una Autonomía Leonesa está candente, y en El Bierzo quieran o no, también les afecta. Y lo importante de este debate es huir de las banderas —ni las purpuradas, ni las cruceiras— ya que de lo que toca hablar es de administraciones territoriales, no como un fin sino como una herramienta. El Bierzo, la provincia de León y el País Leonés llevan sufriendo varias crisis desde hace décadas: económica, social, cultural y, si me lo permiten, también existencial. Las supuestas bondades del estado de las autonomías —una administración más cercana al ciudadano y sus problemas— aquí todavía no se ha percibido (algo tendrá que ver que Castilla y León sea más grande que Portugal), y desde que estamos en la impuesta ‘autonomía castellanoleonesa’, El Bierzo ha perdido 11.000 habitantes, la provincia de León 65.000 y el País Leonés 156.000, suponiendo este último dato el 82% del total de habitantes perdidos en Castilla y León. No nos engañemos, Castilla y León es una comunidad autónoma fallida, sobre todo en su parte occidental, la que queda más alejada del eje Burgos-Valladolid, y que corresponde con las provincias de Salamanca, Zamora y León.
Creo que El Bierzo no puede quedarse a contemplar el panorama sin opinar, debe tener voz y voto en este asunto,porque una de las cosas que se intenta denunciar desde el leonesismo es la excesiva centralización vivida en esta autonomía. Y no se me ocurre mejor manera que siendo todos participes de este debate, como ciudadanos, opinando, participando y presionando a los partidos políticos para culminar un proceso autonómico incompleto. Con el debate abierto sobre una posible Autonomía Leonesa, aparece la oportunidad de crear una administración mucho más cercana a El Bierzo (Castilla y León, con sus deficiencias, ya es una autonomía construida y no hay vuelta atrás). Juntos podemos presionar desde todos los estamentos sociales para que exista una administración descentralizada (15+1 entidades públicas que están en Valladolid y podrían estar en cualquier otro lugar de la Comunidad). ¿Por qué no tener Ponferrada la Consejería de Industria, Salamanca la de Educación, León Ciudad la de Turismo y Zamora las Cortes? Ahora es el momento de reclamar otra forma de entender la administración y demandar unas instituciones de autogobierno propias.
Por último, no quiero dejar de remarcar que con este proceso también tenemos una oportunidad de ensalzar y poner en valor nuestras tradiciones y cultura, empezando por nuestra lenguas tradicionales, galego y llionés, y acabando por nuestra forma particular de relacionarnos con el territorio, a través de las juntas vecinales, facenderas y comunales. Además, últimamente hay problemas que están en boga: la transición ecológica, reindustrialización de regiones en crisis, la España vaciada, un turismo sostenible… que mejor manera de llevar a cabo estos retos que con unas instituciones de autogobierno propias, que nos permitan tener cierta soberanía sobre la economía y la sociedad, para adaptarnos mejor a nuestro contexto como tierra del noroeste. Los problemas de El Bierzo no son distintos a los de otras comarcas mineras de León y Asturias —tampoco lo son a las vecinas Cabrera, Maragatería u Omaña— y las estrategias de dinamización económica y proyectos de futuro no son radicalmente diferentes. Con tantos problemas en común, ¿Por qué no construir el futuro con unión, solidaridad y fraternidad?
Javier Miguélez Rodríguez (@javiermigrod)
El Bierzo con Castilla a Muerte.
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