Como adelantamos en la anterior entrega sobre Aves de nuestra comarca, esta vez toca hablar de dos mirlos que, a pesar de compartir nombre, son muy diferentes en aspecto y comportamiento. Uno de ellos es el mirlo acuático y el otro, el común.
El Mirlo acuático (Cinclus cinclus) o ‘Merlo rieiro’ es todo un especialista de nuestros ríos de media y alta montaña, presente en todo el norte peninsular y en las principales cadenas montañosas. En ellos se alimenta de invertebrados acuáticos y ninfas de diferentes insectos como libélulas, entre otros, los cuales pesca mediante inmersiones continuas y rápidas. Por este motivo, sólo habita tramos de río con algo de profundidad y torrentes de agua, donde el agua esté batida y oxigenada, pues es en estas zonas de rápidos y aguas agitadas donde le es más sencillo encontrar alimento pues es donde numerosas especies acostumbran a depositar sus huevos. Se desenvuelve a la perfección en las corrientes de agua lo que, sumado a su carácter nervioso y enérgico, le convierte en uno de los animales más entretenidos de observar.
Es un ave de mediano tamaño, de unos 20 cm, con cola y alas cortas adaptadas tanto al vuelo como al buceo. Su cuerpo es rechoncho y compacto, con plumaje pardo oscuro y babero blanco muy llamativo que se extiende hasta el pecho. Estos colores le permiten una mimetización excelente, confundiéndose por su forma y color con cualquier piedra del río. El babero blanco se podría asemejar a la espuma que genera el agua en las zonas de rápidos… el broche que completa su disfraz.
Es un conocido «bioindicador», lo cual significa que su presencia es síntoma de ríos con alta riqueza medioambiental y buen estado de conservación. Es por este motivo, sumado a la presencia de pescadores o excursionistas en las riberas de los ríos durante la época de cría, que su población se ha visto resentida en las últimas décadas. Esto es así, hasta tal punto, que es una especie incluída dentro del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas catalogada como «de interés especial».

El Mirlo común (Turdus merula) o ‘Merlo’, sin embargo, es una de las aves más habituales y extendidas en nuestro país. Adaptados ya incluso a entornos urbanizados, gusta de zonas arboladas o de matorral, donde rebusca principalmente insectos y lombrices aunque no hace ascos a frutos diversos especialmente en otoño e invierno.
Es un ave de mediano tamaño, con un vuelo ágil y rápido, que presenta un claro ‘dimorfismo sexual’. Las hembras son de color pardo, tanto en plumaje como en el pico, mientras que los machos son negros y con el pico y el anillo ocular de un naranja intenso. Son extremadamente ruidosos, pues su canto es muy agudo. Que sea bonito o no dependerá no tanto de los oídos o el gusto del que escucha, sino más bien del carácter del individuo en cuestión. Cuando están tranquilos su canto es agradable, con notas variadas y breves, pero cuando se siente amenazado emite un grito parecido a un cacareo muy característico.


En la Peníncula Ibérica existe otra especie de mirlo, llamado mirlo capiblanco, pero no tenemos la suerte de poder disfrutarla en El Bierzo. Su distribución se limita a los mayores macizos montañosos del norte de la península, principalmente en el Pirineo, junto con algunas sierras del este y Baleares.
El próximo mes lo dedicaremos a hablar de dos habituales de nuestra montaña. Dos especies muy particulares, ambas acostumbradas a moverse ágilmente por troncos y treparlos con gran destreza tal y como hacen prever sus nombres… el Agateador y el Trepador azul.
Nos leemos!
Texto y fotos: Diego Carrera